Se murió mi maestro

Se murió mi maestro, el mítico maestro de la prepa, director del Proceso  (¿o codirector?) cuando yo tomaba sus clases en la prepa. El maestro que se permitía groserías y misoginias, y que además esperaba risas y aplausos.

Era el que decía que las mujeres al metate o al petate, pero bueno, ni modo de no reír, de no festejar, sobre todo si es un gran maestro. 

Y todavía más, yo ya lo conocía. Amigo íntimo del papá de mi novio de la prepa, ese que me metió en un mundo de intelectuales de izquierda, periodistas, alcohólicos funcionales, un alcoholismo celebrado y lleno de orgullo. Partido comunista, luchadores del 68, Salón Los ángeles, la rumba es cultura. 

Cambiaba las reglas arbitrariamente, exigía que se leyera el Proceso, pero no te preguntaba nada, sospecho que era más un ejercicio de ego que de educación, no creo que le importara ni un poco lo que entendíamos o lo que pensáramos.

Mentiría si dijera que la pasé mal, me divertía, me gustaba jugar a la adulta intelectual, todo era más o menos manejable hasta que se apareció una enfermedad en mi familia, entonces las prioridades cambiaron y las bromas o las clases me dejaron de importar.

No recuerdo ni siquiera cómo calificaba. 

Se me atravesó y atravesé una huelga, dejé al novio violento solapado y taimado, sutil y progre, de la prepa.

Solté y me soltaron de ese mundo. Perdí amigos y amigas que me desecharon como si fuera fácil, supongo que lo fue. 

Gané tribu que al día de hoy me sostiene.

Mentiría si dijera que recordaba al maestro de forma constante. Me costó tanto independizarme y cuestionarme ese mundo de ese novio. Una vez, sólo una vez fui a beber a la misma cantina con el exnovio (intentábamos ser amigos), su papá y ese maestro. Todo normal, con la violencia normal pero taimada. 

Esos machos felices de izquierda, que hacen/lloran/celebran la revolución comunista que no fue, a costa de las mujeres a las que golpearon, a las que engañaron y explotaron en más de un sentido. 

Qué privilegio el mío de ser parte de su tribu, sus fiestas del partido comunista, de la izquierda.  

Años después me acerqué al tendedero de la prepa 6, mi prepa, estaba fascinada con el ejercicio de denuncia, quería abrazar a todas y decirles yo les creo. Vi su nombre, las acusaciones, vi su nombre. 

Ni siquiera cuestioné si era cierto o no, cuestioné mis recuerdos, mis percepciones. 

Yo lo recordaba como un buen maestro, o un maestro que me había enseñado… creo. 

No, lo que yo recordaba era lo de afuera, las borracheras de los periodistas, las bromas de ese lado. No recordaba la violencia de la que fueron objeto mis compañeras, no recordaba percibir la diferencia de tratos entre ellas y yo.

No me di cuenta de lo distinta que fue mi experiencia porque a mí se me trató como la novia de un cachorro de ellos, tenía esa validación y con eso fue suficiente para que se me tratara distinto. 

Pero también es cierto que cada vez que yo cuestioné la broma de las mujeres al petate o al metate, fue desechado porque Aura, él es así… Aura, obvio es broma… Aura, él es un gran periodista. 

Se murió mi maestro, se murió este año, no tengo idea de qué ni me importa, no me entristece, no siento que el mundo haya perdido algo irreparable. 

Lo mejor que aprendí fue a pesar de él.

Lo mejor que aprendí de él fue que no me agredieron porque uno de sus cachorros ya había reclamado el trofeo, que ellos consideraban esa relación mía como un privilegio y se me trató como privilegiada por ello. Que estar con ellos era perder mi voz, mi malestar, mi eso que nunca encajaba o que me hacía reír de bromas que no eran graciosas. 

Se murió y lo que yo recuerdo hoy es que fue violento con varias de mis compañeras, que la mamá de una amiga fue a increparlo después de que agredió y corrió a mi amiga de una clase por un capricho machito cuando teníamos 15 años, que tal vez era un buen maestro para alguien, pero no para todas las personas que asistimos a sus clases. 

Se murió y me sorprendió leer los lamentos de varios y de algunas. Dijeron que había muerto uno de los mejores maestros. Pregunté en ese grupo facebukero que era lo que más recordaban, qué les había enseñado. Ninguno recordó nada específico excepto su fama, su trayectoria, su ego, su frase la Rumba es cultura. 

Una amiga recordó al maestro con una broma mientras íbamos en la prepa, la broma era que ella de 15 a 17 años era su nueva novia, para que todos lo felicitaran por una novia tan joven.

Se murió mi maestro… ojalá murieran todos esos grandes maestros. 

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