Moreno de verde luna

El poema no se llama así. Yo lo conozco por ese nombre porque es la frase que más recordamos mi hermano y yo cuando mi mamá lo recita de memoria en medio de cualquier lugar o situación. Somos niños, nuestros papás están separados. Mi mamá recita este poema cada tanto, como mantra. Hay una razón. No es gratis que este poema inunde y rodeé muchos de mis recuerdos de infancia.

Antonio Torres Heredia,

hijo y nieto de Camborios,

con una vara de mimbre

va a Sevilla a ver los toros.

Moreno de verde luna

anda despacio y garboso.

Sus empavonados bucles

le brillan entre los ojos.

A la mitad del camino

cortó limones redondos,

y los fue tirando al agua

hasta que la puso de oro.

Y a la mitad del camino,

bajo las ramas de un olmo,

guardia civil caminera

lo llevó codo con codo.

Mi mamá le regaló el poema a mi hermano para que lo usara en defensa propia, para que fuera su arma ante la violencia desatada entre mi familia paterna y mi mamá, las ganas incontenibles de herirla siempre.

Yo soy muy blanca, y cuando mi hermano nació blanco sin el muy, con una piel más tolerante al sol que la mía, decidieron que él sería el negro, el prieto, no como tu hermana que es blanca.
«Ay Cristina, y tú tan racista, ¿qué vas a hacer con un hijo no tan blanco (prieto, negro, moreno)?»
Mi mamá lo vio bien claro, esa mujer que era mi abuelita paterna, con anuencia de su esposo (él sí bastante del racismo de su época), iba a violentar a mi hermano.
Así fue.
No contaban con el moreno de verde luna, con las armas que mi mamá le dio a mi hermano.

Antonio Torres Heredia.

Camborio de dura crin,

moreno de verde luna,

voz de clavel varonil

Estábamos de vacaciones, mis papás ya separados, y yo, tan blanca y con una piel tan defectuosa, tan poco adaptada al sol que se asoma en México, estaba quemada toda yo. Mi hermano no, él siempre agarraba un color aceitunado precioso que me llenaba de envidia. En el ritual diario de vacaciones de calmar mi dolor con leche de magnesia, mi hermano dijo tal cual «es que como yo soy negro no me quemo»… Mi madre contestó esa vez (cada vez) y luego lo decía al pasar «No, tú eres moreno de verde luna…»
Siempre pensé que un moreno de verde luna era un moreno aceitunado… así como mi hermano cuando se asoleaba en vacaciones.
Mi mamá convirtió una agresión en poesía, mi mamá le regaló a mi hermano un refugio, le regaló la poesía.
Se sirvió de García Lorca, de su memoria y de su increíble memoria, le compartió a mi hermano ese lugar que la poesía es para ella.
Mi mamá es esa clase de bruja alquimista que logra convertir lo doloroso, la agresión en pretexto para un refugio. Esa vez lo logró.

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